domingo, 25 de septiembre de 2011

París.

París no es baguettes, ni crêpes, ni croissants. Tampoco es Ámelie, ni camisas a rayas. Ni Torre Eiffel, ni Louvre, ni Campos Elíseos. Y mucho menos gente seca y refinada que te mira por encima del hombro si no hablas en francés.

Para mí París es imaginar historias en el metro con los ojos a medio entornar; pasear por zonas que nunca había visto pero que ya habían pasado por mi mente. De sentarme en los muelles del Sena, oyendo los barcos pasar, y capitulando fragmentos de mi vida que nunca han ocurrido ni ocurrirán.

París es risas e ironías con gente que compartía mi experiencia. Abrazos, anécdotas y mezcla de personalidades que nos hacían pasarlo como lo pasamos. Para mí, París es la ciudad del recuerdo, la ciudad donde se quedó una parte de mí...

...y juro que volveré a por ella, aunque sea para quedarme.

miércoles, 21 de septiembre de 2011

Triángulo de Pascal.

"En matemática, el triángulo de Pascal es una representación de los coeficientes binomiales ordenados en forma de triángulo. Es llamado así en honor al matemático francés Blaise Pascal, quien introdujo esta notación en 1654, en su Traité du triangle arithmétique."

Bien. Por primera vez en este blog voy a ponerme seria.

Os preguntaréis por qué yo, que odio las matemáticas como la que más (para el que no lo sepa), menciono este curioso triángulo. Sencillamente porque me da la gana. Y porque es curioso, aunque a muchos no se lo parezca. Y, porque en parte, es un símil del mundo actual, tan sumamente organizado y programado.

Seguramente os sorprenda que diga esto, pero recordad que no soy vosotros y esto es una visión muy subjetiva. Sin embargo, sólo hay que verlos a los dos. En ambos existe un orden aparente, todo está organizado y clasificado, como si de un cajón se tratase. 

Lo que nos cuesta entender es que no somos ni objetos, ni números. Somos personas. Personas que, al igual que en ese triángulo nos vemos sometidas a un orden, a unos principios que no son los nuestros, a ofrecer un servicio para que nos ofrezcan otros. A ser el uno de otro número.

Es hora de que ese uno se rebele.