Llegados a este punto, resulta difícil pensar que la sociedad no banaliza la gravedad de aquello que le rodea. Aun a día de hoy, que hemos de reconocer que se ha aumentado el interés, conocimiento y conciencia sobre los problemas de salud mental, la gente sigue considerando excesivamente anómalo un comportamiento que generalmente es subsanable. Tachar de "loco" a aquel que se sale del patrón, y más cuando no lo hace por voluntad propia, atrasa el avance social y la normalización de la diversidad de nuestro entorno, tanto en lo biológico como en lo espiritual. Dicho de otra manera, nos estamos deshumanizando.
Por suerte, todavía queda gente que se sale del patrón. Personas que con sus virtudes y sus defectos pueden llegar a abrirte un mundo, incluso desde la inconsciencia.
Quizás todavía quede esperanza.
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