lunes, 14 de mayo de 2018

Troba clandestina.

[Bendito el día que me sacó de mi rutina y me obligó a entregar documentación lejos de casa. Bendito el día en que, a pesar de tener un horario flexible, caí en el formalismo de entrar a una hora decente a trabajar y decidí montarme en el metro...]

Así comienzan a veces las típicas historias de amor de película pastelosa. La mía no es pastelosa, ni es la típica; pero sí es de amor.

Llegados a cierto punto toca transbordo. Me subo al metro y vislumbro, entre pasajeros ausentes o absortos en las pantallas de sus móviles, a una joven de rasgos pintorescos con un ukelele esmeradamente decorado. "Espero que no suene demasiado estridente" pienso, con el recelo común de alguien que siempre ha tenido la mala suerte de toparse con artistas que sobreestiman sus habilidades o que sencillamente no han tenido a nadie que les haya dado una crítica constructiva o un consejo adecuado.

Rasga la primera cuerda, 
vibra el aire en su garganta
y a mí hasta el alma me atraviesa. 

Ya no soy capaz de hablar. Me quedo atónita, centrada en esa melodía cautivadora que casi me hace pasarme de estación. Sólo puedo esbozar una sonrisa y escuchar; cualquier otro gesto, sobra.

Acabada la canción, hace recolecta y contribuyo. Da igual cuánto haya echado: sé que es poco. Y mientras tanto ella sigue, ya sin música, tarareando. Me apetece preguntarle, gritar a los cuatro vientos qué hace rebajando su nivel a una simple troba de metro, ofrecerle mi humilde y triste ayuda. No puedo y sé que no debo. Cualquier sonido que interrumpa torpemente su canción sólo sería un estorbo, y para cuando ha callado yo ya había bajado del vagón.

Nos dice "Gracias por la ayuda, ya sea en forma económica o de sonrisas [...], que me permiten cumplir con este proyecto". Rotundamente no. Todos te debemos cortesía e infinito agradecimiento a ti por aparecer. Por darle vida a las naturalezas muertas propias del día a día del ciudadano de a pie.

En cuanto a nosotras, ojalá nos volvamos a cruzar. Y ojalá no sea en un metro, sino en un escenario rodeado de aquellos que realmente aprecien la buena música y que estén dispuestos a llevarte allá donde mereces.

Ojalá nos volvamos a ver.   

No hay comentarios:

Publicar un comentario