En este año he visto aparecer a muchos indigentes, e igualmente los he visto desaparecer. Hoy de hecho he visto el cartoncito sobre el que apoyaba el vaso uno de los últimos, que sentado sobre la marquesina intentaba ganar unas monedas en horario diurno, plegado y desparramado en la puerta de la sucursal.
Con esto es inevitable pensar que la banca no cura. La banca te diseña la vida y los sueños, te hace perseguir fantasmas y hadas que en realidad no existen y te exprime para que saques siempre lo peor de ti. La banca te lleva al límite, a la disuasión, a la disociación de lo real y lo ficticio. La banca busca que hagas crecer la banca, incluso en aquellos momentos en los que la banca sabe que no puedes hacerlo. La banca tira tu vida por la borda y te lleva a la calle.
La banca no cura. La banca mata.
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